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  • Foto del escritorelsalesser

Cuando el control te controla


Cierto día un joven me llamó y me dijo:


- Necesito verla hoy. ¿A qué hora tiene espacio?

- Hoy ya no tengo espacio, pero con mucho gusto puedo verte mañana.

- No, no, tiene que ser hoy. Se lo platico por teléfono mire…


Y comenzó a decir con mucha claridad y velocidad lo que tenía. Pude notar que cada 5 segundos repetía la frase “y se me está saliendo de control”. Lo interrumpí y le comenté que con gusto podía verlo al día siguiente.


En el consultorio me platicó que todo estaba fuera de control. Su esposa estaba fuera de control, sus hijas adolescentes estaban fuera de control, en su trabajo se le salían las situaciones de las manos, hasta sus mascotas comenzaron a comportarse extrañas con él y estaban también “fuera de control”, entre otras muchas cosas.


Presentaba síntomas de ansiedad y angustia. Mediante algunos ejercicios de hipnosis se relajó lo suficiente como para platicar más tranquilos y poder interactuar sin que su ansiedad interfiriera en la sesión.


Le pregunté si se daba cuenta de la importancia que el control tenía en su vida.


- ¡Yo no soy controlador, pero se me están saliendo las cosas de control!


En realidad, no tiene importancia si es controlador o no. Lo importante es aprender a controlar el control. A saber que quienes movemos las fichas somos nosotros, no el control en sí. Imaginemos que tenemos varias cuerdas en una mano y varias cuerdas en otra mano. Cada una de ellas, en su otro extremo, están amarradas cosas, situaciones, personas, momentos, parejas, hijos, etcétera. Y si tenemos esas cuerdas, es que tenemos -al parecer- el control. No permitimos que se vayan, se muevan, cambien, se modifiquen. Pero cuando las cuerdas se mueven, cuando la situación cambia, cuando hay algo que se altera, las manos se lastiman, se cansan de estar sosteniendo de manera tan fuerte y por tanto tiempo estas cuerdas.


Cada caso es totalmente diferente y, en cada paciente, las metáforas y ejercicios están hechos a la medida de cada quien. Sin embargo, es posible aprender a soltar. Fluir. Dejar la cuerda. Darse cuenta que no pasa nada. Que las cosas, situaciones, personas, momentos, parejas, hijos… siguen ahí, con o sin cuerda. Que si se te salen de las manos, no pasa nada. Es posible que podamos aprender a abrir las manos y ver que hay otras cosas qué tocar y sentir, disfrutándolas.


Cuando nos damos cuenta de que si soltamos, el control era originalmente una ilusión, viviremos más tranquilos y sin el riesgo de una recaída de ansiedad, angustia o miedo. Soltando, saludablemente.



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